La valoración de activos
Uno de los temas más interesantes en finanzas es la valoración de activos. Parte del interés que posee para el público en general, radica en el método utilizado para abordar un tema que no es fácil y de cómo podemos aplicarlo a otros aspectos de nuestra vida.
La valoración se puede realizar por motivos diversos.
Por ejemplo,
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- unos socios que se quieren vender su parte en una sociedad,
- si dos o más sociedades se desean fusionar en una han de valorarse para comprobar qué aporta cada una,
- la valoración de una sociedad en una herencia o en un divorcio,
- un empresario que desea vender o comprar una sociedad o una empresa que desea salir a Bolsa…
Incluso, se puede realizar una valoración para conocer el más valor aportado por la gestión de un equipo ejecutivo en una empresa para retribuirles con un variable. Para más información al respecto, ver el caso Plan estratégico y medición de su éxito
Asimismo, la valoración depende de en qué posición nos encontramos. Un vendedor querrá vender caro y el comprador, comprar barato.
En la actualidad se suele valorar las empresas de dos maneras:
La primera, consiste en tomar como referencia cuánto vale un negocio según lo que se ha pagado por otros. Un ejemplo es cuando nos dicen el valor de este negocio es 3 veces el Ebitda.. Este método trata de conseguir un precio, no de buscar un valor del negocio.
El segundo método, es más complejo y trata de buscar un valor del negocio por sí mismo (valoración intrínseca). A mi entender es mucho más interesante y útil y atiende a dos cuestiones clave: ¿cómo se crea el valor? y ¿cómo lo deberíamos medir? Y de él vamos a tratar.
¿Cómo se crea el valor?
El valor se crea cuando el rendimiento generado supera las expectativas que nos hemos fijado.
Es un concepto totalmente extrapolable a otros aspectos de la vida.
Por ejemplo,
- si nos compramos un vehículo esperamos de él un rendimiento o estatus,
- si comemos en un restaurante esperamos según lo pagado un determinado tipo de calidad
- si nos alojamos en un hotel en nuestras vacaciones, lo hacemos por determinadas comodidades.
Si estas experiencias superan las expectativas marcadas, se genera valor.
Si el rendimiento no supera las expectativas, no generará valor. Eso no quiere decir que el rendimiento sea negativo.
Por ejemplo, un amigo me convence para establecer un negocio de restauración. Este negocio pienso que debería generarme una cantidad de beneficios cada año. Si la cantidad de beneficios es superior a la que esperaba, este rendimiento supera mis expectativas y crea valor a mi inversión. Además, si lo hace año a año, la creación de valor es continua. No obstante, si gano menos dinero del que espero, esta inversión estaría por debajo de lo que deseo y no crea valor para mí.
En el ejemplo anterior, hemos introducido un par de elementos que nos ayudan a entender cómo se crea valor:
- El rendimiento esperado. ¿Cómo puedo establecer el rendimiento esperado? La versión fácil, es preguntarme cual espero que sea el rendimiento de un negocio.
Muchos empresarios lo tienen claro y te contestan: “para mí este negocio debe rendir un 10%, un 15% , un 20%…. “. Lo dicen de una manera automática e intuitiva.
Desde el punto de vista profesional se calcula mediante el coste del dinero, añadiéndole un plus por el riesgo asumido, que además se puede calcular de manera objetiva. A un negocio le pediremos más rendimiento si los tipos de interés a los que me prestan dinero o a los que puedo invertir en activos sin riesgo son altos. Y el plus de riesgo será mayor (o no invertiré) según la percepción que tengamos del riesgo de ese negocio. Es el llamado costo de capital.
2. El horizonte temporal. El valor de un negocio será mayor según proyecte y crea que el rendimiento del mismo sea positivo durante muchos años o pocos…
¿Cómo podemos medir la creación de valor?
El primer paso, es que las finanzas están orientadas hacia el futuro y por tanto el valor depende de lo que sea capaz de realizar en el futuro. Lo conseguido en el pasado e incluso, lo conseguido hasta hoy, es simplemente una referencia, pero no es determinante del futuro. Por eso, de la contabilidad de una empresa, solo podemos obtener un histórico de la gestión. No obstante, el histórico es importante para realizar unas proyecciones de resultados futuros coherentes.
Asimismo, las empresas pueden aportar unos intangibles muy importantes, como su marca, su buen hacer, su cartera de clientes, posicionamiento, … que demasiadas veces, no tienen reflejo en la contabilidad. Y también nuestro ego nos puede señalar que somos capaces de gestionar ese negocio mejor que los actuales gestores y obtener las llamadas sinergias de gestión.
En segundo lugar, cómo calculamos y qué compone este rendimiento futuro. Ese rendimiento futuro técnicamente se llama Cash Flow Libre (CFL). No son ni los beneficios ni el Ebitda, que tan de moda está. El CFL es la caja disponible después de haber cobrado ventas, pagado los gastos operativos del negocio y pagado las inversiones necesarias. En definitiva, es la caja que queda y debería dedicar a pagar intereses de deuda, dividendos o bien dejándola en la empresa.
El tercer paso consiste en trasladar este rendimiento futuro esperado (CFL) al valor de hoy. Las finanzas reconocen que la espera en cobrar ese rendimiento en los años sucesivos tiene un costo que ya hemos visto: el costo de capital. Los flujos futuros (CFL) son penalizados a disminuir su valor según el costo de capital para obtener su valor actual correspondiente. Traducir todos esos flujos futuros al presente, nos lleva al valor que estamos buscando, el valor intrínseco.
En resumen, cualquier modelo de valoración utilizado en finanzas tiene esa estructura básica. Ignora el pasado y el presente, va hacia el futuro y proyecta sus beneficios económicos. Y lleva todos esos beneficios al valor actual utilizando un “costo del capital”. Mediante esa operación te dice lo que vale algo hoy, y si es más de lo que tienes que pagar por el activo, estás ante un buen negocio.
En definitiva, valorar un negocio (o valorar inversiones) trata de imaginar futuros alternativos lo cual es fundamental para tomar buenas decisiones.
Para más información al respecto podeis consultar las siguientes entradas al blog:
Contabilidad, finanzas y su relación con la valoración
¿Podemos valorar una start up?
¿Cómo realizar un modelo económico financiero de concesión de instalaciones deportivas? (parte 2)
Y algún caso que nos ha sido encargado y realizado:
Valoración de participaciones empresariales de un negocio
Paco Subias
Escuchar – Planificar – Hacer – Controlar – Ajustar