En estos días se comentó en prensa especializada una sentencia que a muchos les puede parecer extraña. El Tribunal de Justicia Europea (TJUE), consideró que un prestamista está obligado a evaluar la solvencia de un consumidor y si no lo hace, esto implica la nulidad del contrato de préstamo y la pérdida del derecho al pago de los intereses.
Aquí tenéis el link a la noticia,
En un país como España, esta sentencia llama la atención acostumbrados como estamos a que los deudores sean considerados, en caso de impago, culpables de las deudas que han adquirido.
No obstante, este hecho, en las leyes europeas lo matizan en el sentido que los prestamistas deben ser “diligentes” en la cantidad y condiciones prestadas al deudor.
Este articulo trata sobre esto…
La financiación responsable
El tema de la financiación responsable lo conocí hace un tiempo debido a que se me encargó la realización de un plan financiero de una compañía en Suiza por parte de un inversor de ese país.
El plan tenía como objetivo convencer a un Banco para que prestara un dinero en un negocio. Sin embargo, los números, en el escenario planteado de inicio, no generaban la caja suficiente para cubrir la totalidad de lo solicitado. En este caso, se podía disponer de tres posibilidades:
- La primera, dejarlo tal como está. Tal vez, el proyecto no tenía más recorrido…
- La segunda, mejorar los resultados, incrementando ventas o reduciendo gastos. Al fin y al cabo, es un plan y el papel lo aguanta todo
- La tercera, y lo más inteligente, revisar el plan.
Esto implicaba,
- repasar de nuevo los números del negocio,
- cambiar la estructura financiera del mismo solicitando menos financiación bancaria e incrementando las aportaciones de inversores
- corregir las inversiones a realizar
La segunda opción, suele ser la más utilizada, sea por la pereza de repasar los números, porque nos colocamos en posición de incumplir los plazos previstos, evitar una nueva factura del consultor, etc. Sin embargo, es la que menos se debería de utilizar.
En este caso concreto, el inversor se decidió por la tercera opción y, por tanto, revisó todo su proyecto y adaptó la estructura financiera a su capacidad de pago del préstamo. Le suposo una rebaja en su rentabilidad, pero todavía lo consideraba como proyecto aceptable.
Realizó una valoración, con buen criterio, que presentar números veraces e incluso la posibilidad de mostrar esa primera opción descartada, le proporcionaba fiabilidad delante del prestamista. En este caso, el inversor también apostaba por disponer de un historial favorable para que le fueran financiados proyectos futuros.
Lo curioso del caso, según observé, es que el deudor no fue reactivo a esta situación y adaptó su petición de financiación trabajando su plan financiero para demostrar la capacidad de repago del préstamo. Conocía que el prestamista le iba a solicitar rigor y adaptó sus peticiones de financiación a unos números coherentes. Un win-win de libro…
Esta es mi anécdota respecto este tema. Y a partir de aquí mi interpretación sobre lo que podría ser una financiación responsable.
¿Qué se entiende por financiación responsable?
Según mi opinión, es aquella en que la entidad financiera analiza la solvencia del futuro deudor (persona física, empresa). Este análisis lo realiza mediante el acceso a su información crediticia y elaborando un estudio de su capacidad de repago, a través del examen de su presupuesto familiar o por medio de los flujos de un proyecto empresarial.
Evidentemente, el riesgo continúa existiendo, ya que el deudor puede enfermar, encontrarse en paro, separarse en su matrimonio y otras situaciones negativas. Y la empresa lo mismo.
Sin embargo, el primer paso de análisis ha sido responsable y objetivo.
Con todo lo dicho, parece que aquí en España esta revisión estricta de proyectos y solvencia de deudores no se dé. Sí y no…
Desgraciadamente, la realidad, es que disponemos de experiencias demasiado negativas que han causado quiebras bancarias, rescates pagados por los impuestos y muchas dificultades de empresas, particulares, avalistas, etc. Por tanto, algo se ha hecho mal.
Otro de los problemas, es que parece que el deudor es el culpable de esta situación. A veces es así, pero otras no. Por tanto, en este ámbito es justo conocer la responsabilidad de cada uno. Y es justo, señala que el deudor suele ser una persona no profesional en el sentido de no habituado a gestionar estos temas y en la mayoría de veces con menos formación.
Por otra parte, el negocio financiero de las entidades es libre en cuanto a producto (préstamos hipotecarios, crédito al consumo, tarjetas, etc.) y cuenta con unos objetivos empresariales.
Sin embargo, su característica de sector estratégico en cuanto no se le puede dejar quebrar, les obligaría a ser más rigurosos en su gestión.
En este punto, cabe señalar que, a mi entender, dentro del concepto de financiación responsable entra todo tipo de producto, es decir, tanto un préstamo hipotecario como un crédito al consumo o una tarjeta de crédito. Todo debería ser objeto de un análisis similar al mencionado antes.
También es evidente, que:
- Las entidades financieras no desean tener impagados
- Los prestatarios solicitan en algunos casos un crédito excesivo para su capacidad de pago.
Sin embargo, en España parece que se ha obviado el análisis de solvencia de los deudores y se ha sustituido por avales y garantías del préstamo, que además en demasiados casos han sido ejecutados.
Asimismo, en la actualidad, muchos deudores están en impago y a otros les han facilitado créditos con demasiadas facilidades y me temo, sin un análisis de la entidad concesionaria.
Por tanto, bienvenido este tema de la financiación responsable.
Paco Subias
Escuchar-Planificar-Hacer-Controlar-Ajustar