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La solvencia empresarial, esa gran desconocida

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La solvencia empresarial, esa gran desconocida

¿Qué es la solvencia y qué es ser solvente?

Según el diccionario, la solvencia es la carencia de deudas o bien la capacidad de satisfacerlas. A nivel de empresa, esta segunda definición es más acertada. Por tanto y como consecuencia, solvente es aquel que reune las anteriores condiciones.

En una empresa, el Pasivo o financiación, es aportada tanto por accionistas o propietarios (capital o fondos propios) como por terceros (en general, deuda bancaria).

Las empresas, por sistema, siempre tienen necesidades financieras por dos razones:

  • Porque los costes son crecientes, por tanto, estamos obligados a crecer en ventas para compensarlo y obtener un beneficio
  • La competencia nos aprieta

La solvencia, para una empresa, tiene una implicación importante y es que, en un escenario de crecimiento o en una situación problemática, los prestamistas nos perciben como un sujeto con un riesgo escaso. Por tanto, nos financiarán ya que nos creen capaces de devolverles el préstamo que les hemos solicitado.

En general, una empresa es solvente si:

  • Su activo (inversión) refleja de manera fiable su valor real
  • Sus fondos propios son elevados y por lo menos suponen más del 50% de su Pasivo
  • Su negocio genera sistemáticamente beneficio neto y cash flows positivos

La solvencia es el punto de partida para construir un futuro empresarial. Si hoy no somos solventes no convenceremos a nuestros socios ni a posibles prestamistas para que inviertan en nuestros planes.

La solvencia debe ser sostenible en el tiempo. Esto implica que el Pasivo empresarial ha de estar siempre compuesto por importes razonables de fondos propios y deuda, a pesar de un crecimiento que puede desequilibrar estas partidas.

Por tanto,

La deuda a asumir se debe limitar y si faltan recursos los deben aportar los propietarios, reteniendo sus beneficios y/o ampliando capital, o captando nuevos accionistas.

Como consecuencia de lo expuesto, observamos que la solvencia debe ser trabajada. Sin embargo, ¿por dónde comenzamos?

Nos hemos de centrar en la siguiente cuestión: 

¿En qué se fijarán para concedernos un préstamo?

Según mi experiencia, los prestamistas suelen estructurar su percepción del riesgo en cinco puntos:

Cash Flow o capacidad de repago

Es el punto más importante que debe revisar un prestamista para concedernos un préstamo: si somos capaces de devolverlo. Esta capacidad se muestra en la caja futura que el negocio generará y la probabilidad que esto suceda.

La manera de demostrar que podemos devolver este préstamo es realizando un plan de negocio con sus proyecciones financieras, que muestre dónde queremos invertir y qué flujos de caja nos permitirán devolverlo en plazo y asumiendo un coste de mercado.

Este ejercicio de modelización de flujos de caja futuros debe ser coherente con los datos históricos de nuestro negocio. Además, la proyección de los flujos futuros, debería contemplar tres escenarios: pesimista, posible y optimista.

El análisis se complementa con un par de ratios que relacionan la deuda con la generación de caja:

  • Deuda financiera neta (DFN)/Ebitda, que proporciona una idea aproximada de en cuántos años tardaría una empresa en devolver la deuda, según el Ebitda generado. Cuanto menor sea el ratio, en menos tiempo se cancelará su deuda. Se suele mirar conjuntamente con el ratio de apalancamiento financiero (proporción entre fondos propios y deuda).
  • Ratio de cobertura del servicio de la deuda (RCSD) = Cash Flow antes del servicio de la deuda / (principal + intereses). Se entiende por Cash Flow la suma de beneficio neto más las amortizaciones. Este ratio indica qué porcentaje de la caja generada se dedicará a devolver deuda. Se suele considerar que un ratio de RCSD en el rango 1,30 es el mínimo aceptable. Por debajo de estos valores existe un riesgo de impago elevado.

Capital aportado por los accionistas

El Capital aportado por los accionistas es clave en la solvencia patrimonial. Es un indicador de su confianza en su empresa.

La solvencia patrimonial supone un equilibrio entre capital y deuda. Esto supone que:

    • Los activos fijos se deben financiar con capital
    • Los activos circulantes se financian con deuda a corto plazo.
    • Y la deuda a largo plazo, en cifras razonables financia activos fijos y puntualmente, un pequeño importe de los activos circulantes de corto plazo.

Los fondos propios de una empresa son importantes para el análisis del riesgo, por dos razones:

    1. Una empresa capitalizada tiene más probabilidades de superar con éxito situaciones imprevistas de disminución de generación de caja ya que tiene mayor probabilidad que la banca le conceda financiación.
    2. Cuando un acreedor mira el porcentaje de capital, implícitamente está considerando el nivel de compromiso de sus accionistas, en términos de dinero que han invertido en su empresa. Es razonable pensar que, si las cosas van mal, un accionista que ha invertido mucho dinero en la empresa estará más involucrado en salvarla.

En este análisis del capital se analizan también a los accionistas, personas físicas:

    • Quienes son, su solvencia personal, cómo han actuado históricamente y su capacidad de hacer nuevas ampliaciones de capital en caso de necesidad….
    • ¿Cuál es el grado de dispersión entre los accionistas? Si son empresas con un accionariado amplio y poco organizado, familiares lejanos sin casi vinculación, sin protocolo familiar o sin un accionista de referencia que lidere, su evaluación será peor que otras empresas con un accionariado concentrado, un accionista de referencia que lidera o un núcleo duro que controla la toma de decisiones estratégicas.
    • ¿Cómo se toman las decisiones? La existencia de un consejo de administración profesional y un equipo de gestión competente reducen la percepción del riesgo

Honestidad

Se refiere a las decisiones de pagar o no pagar las deudas por parte de empleados y equipo directivo. A un prestamista le puede ser difícil valorarlo si la empresa casi nunca ha estado endeudada o en situaciones difíciles. Sin embargo, existen indicios, por ejemplo, en la relación que puedan tener con sus proveedores, si son buenos pagadores o no.

Condiciones

Es un análisis de las características de la empresa y del entorno en que opera y el riesgo que ese entorno supone.

El análisis evalúa distintos elementos, como:

  • Medida de la empresa. Empresas pequeñas suponen alto riesgo
  • Fase de vida del sector industrial en que opera. Los sectores emergentes y muy maduros, alto riesgo.
  • Sectores con ciclos muy marcados o volatilidad, alto riesgo.
  • Nivel de competencia. A más competidores más riesgo.
  • Cuota de mercado. Si la empresa está entre las cinco primeras de su sector, menor riesgo.
  • Producto. Empresas con productos muy diferenciados de la competencia o gran capacidad de innovación, menor riesgo.
  • Clientes. Un alto grado de concentración de clientes, más riesgo.
  • Proveedores. Una empresa dependiente de un único proveedor, más riesgo.
  • Buen Equipo profesional, menos riesgo.
  • Una empresa capaz de presentar información cuidadosa y puntual, menos riesgo.
  • Relación con la banca (pool bancario). Una empresa que trabaja con un solo banco o proveedor de financiación puede tener más dificultades para conseguir financiación extra y urgente.
  • La sofisticación bancaria. Empresas que solo usan productos tradicionales se consideran de más riesgo.

Garantías

El prestamista debería prestar en función de la caja que generamos, no del patrimonio, o garantías que le podemos aportar. Pero… si la generación de caja falla, ¿qué garantías patrimoniales adicionales podemos prestar?

Las garantías adicionales son muy variadas y en muchos casos se pueden hacer operaciones financieras con garantías diseñadas a la medida de la operación.

Por ejemplo:

    • Las cuentas a cobrar, se pueden utilizar como garantía de financiación del circulante.
    • Los inventarios, que se pueden usar de garantía en operaciones de importación de materias primas cuando los precios han caído.
    • La maquinaria, que es garantía en operaciones de leasing o renting.
    • Los terrenos o edificios, que son objeto de garantías hipotecarias.
    • Un flujo de cobros futuros pignorados a favor del banco, algo habitual en operaciones concesionales o de Project finance, cuando hay flujo de ingresos asegurados, por ejemplo, por una administración pública.

En el tema de garantías siempre hay posibilidad de negociación y lo importante es que no se tenga que recurrir a ellas.

¿Qué podemos hacer para mejorar la solvencia?

Está claro que deberíamos repasar los puntos débiles detectados en el anterior apartado y siempre, anticipándonos a una situación de necesidad de financiación.

Podemos hacer lo siguiente:

    • Trabajar el cash Flow que podemos generar. Y si desarrollamos un plan de negocio, debemos incluir las inversiones, qué mejoras de la eficiencia podemos obtener y si el crecimiento deseado, es sostenible y qué recursos son necesarios.
    • Fijar una política de endeudamiento prudente, protocolos familiares, consejos de administración preparados y equipos directivos experimentados
    • Disponer de estados de cuentas fiables y reuniones frecuentes con los principales financiadores.
    • Incluir en la Estrategia de negocio la gestión de los puntos mencionados en las condiciones
    • Deberíamos estar muy atentos a las repercusiones de la cesión de garantías y qué implica exactamente en caso de su ejecución

 En fin, la solvencia financiera es un tema al que no se le presta suficiente atención hasta que nos encontramos en una situación problemática.

No gestionar la solvencia nos hace perder oportunidades valiosas de crecimiento y como he dicho antes, nos puede suponer un disgusto en alguna situación crítica.

Cualquier cosa, resto a vuestra disposición.

Paco Subias

Escuchar – Planificar – Hacer – Controlar – Ajustar

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